Inicio>libros electrónicos>Otros

El teatro y sus enemigos

  • ISBN:
    1160115500273
  • autor:
    Enrique Díez Canedo
  • fecha de publicación:
    2016-09-01
  • opciones de idiomas:
    Spanish
  • Precio de Ebook:$ 1.12 USD

Scan the QR Code to read on the APP

En PC, solo realiza la compra de libro; de haber comprado y para leerlo, acuden por favor al “Estante de Libros” en app.

comprar libros electrónicos en línea comprar ahora

libros relacionados

contenido

He de comenzar, para conformarme a una regla oratoria, por pedir excusas y hacer profesión, ya que no de modestia, como suele hacerse a fin de disimular, sin éxito ninguno por cierto, la soberbia más refinada, por hacer profesión, digo, de algo que en mí es cuestión de temperamento, y hoy, por añadidura, imperativo circunstancial. Quiero declarar ante ustedes mi temor de que el asunto elegido carezca de un hondo interés para mi auditorio, no sólo por que yo no sepa sacarle el jugo de que evidentemente es capaz sino también porque, en los momentos actuales del mundo, henchidos de gravedad y amenaza, llegue a parecer frívolo o vacuo, tratado, sobre todo, por quien se halla en el centro mismo donde con más furia repercuten esos amagos. Un español no puede en estos momentos abandonar sus preocupaciones humanas. Mas, por lo mismo que no puede, —8→ creo yo que no ha de ser falta grave en mí el dedicar los momentos que estas charlas, más que conferencias, duren, a un tema de aparente frivolidad, como a propósito para llenar la falta de otros en instantes de conversación lánguida; nunca en aquellos que hierven por todos lados de interrogaciones candentes, de anhelos profundos, de aprensiones extremas, de temores, de esperanzas o angustias. Recuerdo, además, y a ello he de atenerme, tanto por su profunda verdad como por su airosa expresión humorística, lo que apunta Enrique Heine, al comienzo de su «Salón», de cierto artista, que increpaba en esta forma al cliente de quien iba a recibir un encargo: «Sobre todo, no me mande pintar ahí un Ángel de oro, porque como tengo costumbre de pintar leones encarnados, si pinto ahora un Ángel de oro, a todos les va a parecer un león encarnado». No es, lo que yo intento pintar, un Ángel, y menos aún ¡ay, no! un Ángel de oro. Mas aunque lo intente, no temo ya, sino que, antes bien, confío en que detrás de sus alas caídas y de su desdorada —9→ túnica, se distinga el fiero león encarnado de cuya obsesión no puedo, ni aunque pudiera querría, librarme.

comentarios de clientes

comentarios ya existentes de 0(ver más comentarios)
No se ha iniciado la sesión, ¡publique el comentario después de iniciar sesión por favor !【Ingrese Ahora

Quejas y sugerencias

Sus comentarios son muy importantes para nosotros. Gracias por su apoyo.
Título:
Contenido:
Email:
Contacto:
Código:
Presentar  Cancelar

Subscribe

After the subscription, you can receive a regular push the quality information!
Email:
Code:
Presentar  Cancelar

¡Hola!

Muchas gracias, mi amigo.
Título:
Contenido:
Email:
Contacto:
Código:
Presentar  Cancelar